La Trifuerza Evolutiva




La psicología y la educación son dos ramas muy relacionadas entre sí, hasta tal punto que incluso pueden llegar a solaparse la una con la otra y entrar en pequeñas disputas. En el presente artículo, querido lector, quiero proyectar como pueden llegar a influenciar en el desarrollo la interacción en el ámbito tanto a nivel familiar, como escolar y entre el grupo de iguales, es decir, con los amigos.

              Cuando un niño destaca por su conducta, para bien o para mal, aunque más para mal que para bien, popularmente se suelen atribuir a los padres o al núcleo familiar, ya que insinúan que no han sabido inculcarles unas buenas pautas de educación o valores. En gran parte se puede afirmar esto, pero no todo es la familia, ya que la escuela como contexto socializador, tanto por la interacción de los profesores, directiva o grupo de iguales, poseen un porcentaje significativo para el desarrollo social y evolutivo.

              En casa, para el niño o la niña, el modelo principal de conducta que posee es el de los padres, por tanto, al permanecer mayor parte del tiempo en ella, se puede confirmar ser el primer modelo o modelo principal de conducta, ya sea por imitación o por valores inculcados. Como reflejé en mi artículo anterior “No me juzgues por mi forma de amar”, un apego organizado junto con unas buenas pautas de educación, fomentará un buen desarrollo evolutivo, por ejemplo, aplicando un condicionamiento concordante, premiando correctamente las buenas conductas y castigando las malas para que se extingan, acompañado de un buen modelaje para llevar a cabo los valores inculcados, ya que si los padres quieren ganarse el respeto y la seriedad de sus progenitores, deben empezar por dar el ejemplo. Por otro lado, un mal condicionamiento, puede conllevar a un desarrollo desorganizado una moralidad bastante confusa, un buen ejemplo puede ser castigar duramente por derramar un poco de azúcar y a continuación no darle importancia a ciertas desviaciones de la norma cuya legitimidad no es discutida, como por ejemplo el robar o agredir a otros niños, normalmente este tipo de situación se suelen hallar en familias con un escaso nivel cultural.

              En el ámbito escolar, la educación y autoridad moral impartida, pueden llegar a ser determinantes para el desarrollo, tanto para bien, como también para mal. La autoridad moral no se impone con leyes que primordialmente contemplan sanciones o castigos, sino que los demás reconocen la valía de la persona que manifiesta tal autoridad en su forma de vivir y actuar. Si por ejemplo, se difunden campanas contra el bullying en las escuelas, y da la casualidad que algún niño o niña es víctima de acoso, y el centro en lugar de intervenir, “se lava las manos” insinuando que lo mejor es cambiarse de colegio, fomenta que se siga dando este tipo de actos, y no sólo eso, sino que además fomenta un mal desarrollo para los niños, tanto acosadores como testigos, y sobre todo para la víctima, la cual aprende que cualquier persona tiene el control sobre ella y que nadie va a socorrerla, mermando así su autoestima y autoconcepto, lo cual puede cronificarse y conllevar funestas consecuencias en su futuro.

              Finalmente, con la interacción con los iguales, podemos hallar cinco status sociométricos, están los/as niños/as populares y aceptados, aquellos que destacan por su carisma, habilidades sociales o status social, suelen ser la referencia para los/as demás niños/as, por tanto suelen emular sus conductas y actitudes, toman por tanto las riendas del grupo en cuanto a juegos y actividades; los rechazados por el contrario, suelen ser víctimas de acoso o nadie quiere interaccionar con ellos dada su falta de habilidades sociales, ya sean porque pueden ser poco respetuosos, asertivos e incapaces de negociar; los ignorados por su parte, son asociales, es decir, apenas interactúan con los/as demás niños/as, ya sea por su timidez o falta de interés; las personas controvertidas, sin embargo, destacan por su gran número de interacciones sociales, pero a diferencia de los populares, son buenas y malas simultáneamente; y finalmente, el status medio, aquellas personas cuyas interacciones no serán muy numerosas, pero normalmente suelen ser positivas.

              A modo de conclusión, nuestras interacciones de la infancia no quedan en nada, ni suelen olvidarse con el paso de los años, son bastante determinantes para nuestro desarrollo evolutivo, por tanto, una buena educación, autoridad moral o modelaje, pueden ser vitales para tener éxito en la vida en todos los aspectos.

David A. Escaño

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