DISLEXIA, UN CAMINO DE ESPINAS MÁS QUE ROSAS





Una historia narrada en primera persona por alguien que sufría de dislexia, desde corta edad hasta la evolución de su vida a día de hoy, su edad adulta. La dislexia es una dificultad que afecta a la lectoescritura, cálculos matemáticos, psicomotricidad y puede verse afectado en otras áreas del lenguaje, como a la hora de la expresión oral. Muchas personas que presenta este tipo de dificultades, son estigmatizadas a lo largo de su vida, ya sea mediante la separación del grupo para así apartarlo junto aquellos niños con otro tipo de dificultades, o por el mero hecho de echarle en cara que “es torpe”. Estas personas no necesitan un trato tan especializado ni que se les trate de inferior, es cierto que necesitan un ritmo más lento, pero seamos considerados.

 Mi nombre es Denis, actualmente tengo 24 años, y curso tercer curso del Grado de Psicología. Desde pequeño vi que presentaba ya algunas dificultades en referencia a los demás niños, en preescolar, era incapaz de coger bien el lápiz para dibujar o colorear, tal y como me indicaba la maestra, no hacía los trazos lo suficientemente bien, y coloreaba de tal modo que sobrepasaba los límites. Además, en actividades físicas, era bastante torpe, incapaz de coordinar movimientos, además de no tener nociones para la izquierda-derecha, arriba-abajo o dentro-fuera.

Cuando ingresé en primaria, empecé a tratar los morfemas, grafemas y fonemas, es decir, la forma y sonoridad de las palabras sílaba por sílaba. Era incapaz de ir al ritmo de los demás niños en cuanto a la lectoescritura, hasta aproximadamente tercero de primaria, leía con el dedo, silabeada, confundía ciertas palabras... Por ejemplo leía “flauta” en lugar de “fábula”, o “frito” en lugar de “gritó”, y algunas palabras largas, poco frecuentes o desconocidas, era incapaz de leerlas. El especialista con el que estuve yendo en aquella época le explicó a mis padres que se trataba de dislexia visual y fonológica. La primera es tener la imagen de la palabra en la cabeza, y a la hora de ver una parecida, pronunciaba la de mi cabeza. 

Estuve durante bastante tiempo haciendo ejercicios para escribir las letras y números correctamente, ya que o bien hacía algunas letras tumbadas o daleadas, o directamente no sabía hacerlas, por lo que me supuso un retraso considerable con respecto al grupo de clase. Incluso, cuando hacía los deberes para casa, a la hora de escribir pensaba que escribía una cosa, pero resultaba ser otra totalmente distinta, a tal punto que incluso yo me sorprendía. A raíz de ello estuve yendo a clases de apoyo y refuerzo, lo que me hacía sentir un poco especial, y no en el buen sentido precisamente. Pero quizás eso no sea lo peor. También estuve yendo a algunos especialistas, donde me reunieron con niños y niñas con algún tipo de parálisis cerebral, síndrome de Down u otros tipos de retrasos cognitivos, al verme yo entre ese grupo de chicos, me decía a mí mismo “que no tenía dificultades tan graves como para que me junten con estos chicos…”.

A pesar de todo, algunos especialistas, tras pasarme varias pruebas, como medir el cociente intelectual, afirmaban que pese a las dificultades era bastante listo, incluso creativo, por lo que mis padres me mandaron a actividades extraescolares como la alfarería o la pintura sobre lienzo, algo que me encantaba. 

Con el paso de los años, presentaba dificultades para el estudio, como para retener información y procesarla, lo que me conllevó a que en cuarto de secundaria acabase en diversificación, es decir, un nivel más asequible para que así, chicos con dificultades en el estudio y aprendizaje tuviese acceso al título del graduado escolar

Sin embargo, después pude sacarme un ciclo de grado medio, bachiller, la selectividad, y hasta día de hoy, cursando tercero de Psicología, veo que simplemente me hicieron creer que era torpe, hasta tal punto que yo mismo llegué a creérmelo, pero con los logros obtenidos hasta ahora, con algo de esfuerzo, sé que puedo conseguir todo lo que me proponga.

David A. Escaño Báez, noviembre de 2017

Comentarios

  1. GRACIAS por tu testimonio en primera persona y por NO CREER que fueras torpe, has tenido el tesón para completar tus estudios pese a las dificultades y eso te Convierte en simplemente Extraordinario

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